Crítica: Vida artificial

Vida artificial es una propuesta de cuatro obras cortas escritas por Santiago Cánepa y dirigidas por Carolina Perrotta, cuenta con las actuaciones de Estefanía AlatiSofía GelpiMarco Gianoli y Javier Salas.

La propuesta artística plantea una serie de conflictos respecto a la incursión de la inteligencia artificial a la cotidianidad. Es así como la primera obra expone el problema existente entre una viuda y un prototipo de marido que no logra cumplir con sus expectativas en la intimidad. La segunda, relaciona los videojuegos con las guerras y la facilidad de asesinar a alguien a distancia solo con oprimir un botón. La tercera cuestiona la piscología respecto con un hombre que decide dejar a una IA controlar su vida con el fin de conseguir pareja. Y, finalmente, la cuarta, cuestiona la precariedad laboral que, en el futuro cercano, podría representar la suplantación de humanos en el rubro de la seguridad domiciliaria.

La temática es interesante y logra su cometido en cuanto a la ejecución de la propuesta. Para ello, Perrota propone en su dirección la rotación entre actores y actrices para generar una mayor dinámica entre cada obra. Esto juega a favor del desarrollo de la pieza pues cada obra está integrada por dos personajes. Es decir, la actuación es por duplas: la primera es ejecutada por Alati y Gianoli; la segunda por Gianoli y Salas; la tercera por Gianoli y Alati; y la cuarta por Salas y Gelpi. Además de lo anterior es necesario resaltar los cambios escenográficos y la disposición actoral de Marcos López, quien propone un ambiente festivo llevo de baile e interacción con el público.

Vida artificial, además de proponer una reflexión desde la puesta en escena, también genera un foro con invitados para interpelar al público. Esto se hace al finalizar la presentación y permite hacer un intercambio reflexivo sobre las situaciones dramatúrgicas y las reales. El cuestionamiento sobre la incursión y el avance a contrarreloj de la inteligencia artificial genera un debate acerca del impacto de la IA en la educación, el arte y la cultura.

La obra se presenta en el Páramo Teatral (Carlos Calvo 3974) los jueves a las 20hs.

M. Andrea Soto

Crítica: La Nona

La Nona es una obra escrita por Roberto Cossa y llevada a escena por Francisco Martínez Bosch. Cuenta con la actuación de Tobías Bearzotti, Alejandro Kersfeld, Sofía Zorraquín, Guido Javier Masso, Luciana Sosa, Clarita Campos, Bianca Di Pasquale y Emiliano Kenyou. 

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Crítica: Un tango italiano

Un tango italiano es un musical escrito y dirigido por Sebastián Pajoni que cuenta con la participación de Diego Bross, Héctor Ferreira y Rosana Laudani. La propuesta se desarrolla con música en vivo a cargo de Ignacio Claramonte, Hugo Hoffmann, Roberto Saver y Javier Vargas.

La acción transcurre en Italia donde una ladrona y un detective viven una atracción inminente que se opone a sus propósitos. Para esto, el grupo ha dividido en varios cuadros la representación la cual cuenta con una banda sonora siempre de respaldo. Los textos, aunque son en italiano, están acompañados de la acción escénica, lo que permite comprender y seguir el hilo de la historia.

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Crítica: Suavecita

Suavecita cuenta la historia de una prostituta que hace milagros cuando ejerce su labor. Su particularidad reside en que es solicitada para sanar enfermos.

Esta puesta está atravesada por una genuina ternura y, al mismo tiempo, el golpe humano de la sordidez. Cada escena cobra vigor cuando empiezan a jugar luces y sombras tras una especie de lona, de segundo telón que deja entrever la situación obligando a la única actriz a explotar su gestualidad y lenguaje corporal para desafiar el ocultamiento. Una mezcla de misticismo con irreverencia y un personaje encantador destellan acción y trama sobre el escenario. La comicidad desplegada permite atenuar el drama que subyace a la historia.

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Crítica: Inestable

INESTABLE: UNA DÉCADA DE PENSAMIENTOS RUMIANTES

La garganta me arde y siento un palpito en toda la cabeza. Ya fue, pienso. Me dirijo al Teatro El Picadero con muy pocas ganas de ver una obra. Ya me había comprometido y si dije algo, debo cumplirlo. Con el cuerpo adolorido y con la zozobra de sufrir un mal momento dependiendo de la calidad del espectáculo, me siento. ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Qué me de fiebre? Uf, ojalá, no. ¿Qué la cabeza me explote? Siento un taponazo en la coronilla, pero puedo manejarlo. ¿Qué se siente un tipo a mi lado y se ría a todo volumen justo en mi oído derecho? Uh, hay cosas que no se pueden controlar. ¿Qué los actores se nieguen a actuar? ¿Qué haya una mancha de humedad en la pared? ¿Qué haya salido sin asegurar la puerta de la casa? ¿Qué un hombre haya entrado en mi ausencia? ¿Qué me esté esperando con un revolver? ¿Qué…? Estas y un sinfín de preguntas hacen parte de los pensamientos rumiantes que acongojan a dos hombres encerrados en su casa en la obra Inestable.

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