Crítica: Inestable

INESTABLE: UNA DÉCADA DE PENSAMIENTOS RUMIANTES

La garganta me arde y siento un palpito en toda la cabeza. Ya fue, pienso. Me dirijo al Teatro El Picadero con muy pocas ganas de ver una obra. Ya me había comprometido y si dije algo, debo cumplirlo. Con el cuerpo adolorido y con la zozobra de sufrir un mal momento dependiendo de la calidad del espectáculo, me siento. ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Qué me de fiebre? Uf, ojalá, no. ¿Qué la cabeza me explote? Siento un taponazo en la coronilla, pero puedo manejarlo. ¿Qué se siente un tipo a mi lado y se ría a todo volumen justo en mi oído derecho? Uh, hay cosas que no se pueden controlar. ¿Qué los actores se nieguen a actuar? ¿Qué haya una mancha de humedad en la pared? ¿Qué haya salido sin asegurar la puerta de la casa? ¿Qué un hombre haya entrado en mi ausencia? ¿Qué me esté esperando con un revolver? ¿Qué…? Estas y un sinfín de preguntas hacen parte de los pensamientos rumiantes que acongojan a dos hombres encerrados en su casa en la obra Inestable.

Inestable es una comedia escrita, dirigida e interpretada por Andrés Caminos y Gadiel Sztryk. La obra fue estrenada en la Bienal Arte Joven 2015 y ha estado de gira por diferentes países como España, Bolivia, Uruguay y México. Ahora, al cumplir diez años desde que se concibió la pieza, se encuentra de nuevo en cartelera.

La puesta comienza con un hombre escondido detrás de un perchero y otro en el proscenio excusándose por no estar preparados para lo que se viene: presentar un espectáculo. En las explicaciones que dan sobre su inseguridad para llevar a cabo la función se abre una serie de posibilidades que, irremediablemente, producirán consecuencias. ¡Graves y catastróficas consecuencias para ellos y para las personas sentadas en la silletería! Para evitar un desenlace fatal a causa de sus malas decisiones deciden iniciar la obra. La tragedia nace y palpita en la comedia.

La dramaturgia propuesta por Caminos y Sztryk propone un mundo lleno de pánico personificado por dos hombres, Cesar y León, que se niegan a salir de casa y que, entre negación y negación, exponen parte de sus vidas y los temores que los acechan. La estructura y la interpretación permiten que la comedia surja con tanta fuerza por la capacidad que tienen para que nos sintamos identificados con cada renovación del tema. Es así como para los personajes una simple mancha en la pared se vuelve un monstruo capaz de derrumbar el edificio donde viven. Pero ¿quién, viviendo en Argentina, nunca se ha visto enfrentado al terror que produce la humedad? Humedilandia, le decía un amigo. O ¿quién no ha sufrido por no saber si cerró con llave la puerta de su casa? Inclusive, si efectivamente cerró la puerta. O ¿quién no se ha visto en la penosa situación de ir a una fiesta a estar con gente que no conoce y a fingir que todo está muy bien? Solo para poder ser… ¡Buena onda! Como diría uno de los personajes, “yo no voy a conocer a gente que no conozco”.

Inestable hace un recorrido por miedos desencadenados por situaciones hipotéticas, pero probables dentro de la mente de dos seres humanos. La sinergia que tiene la pareja actoral hace potenciar los juegos escénicos explotando al máximo los recursos actorales de cada uno. Es así como este espectáculo está integrado por la comedia, lo grotesco y el drama, dependiendo del momento de la acción y de la situación límite creada. Las transiciones entre escena y escena dinamizan el ritmo de la puesta y logran dar un respiro tanto a los momentos de risa, como a los de drama. Los personajes son seres incomprendidos, llenos de ansiedad y con un toque de ternura que es imposible no reírse de sus desgracias y resonar con su intimidad. Esto se debe al genio de ambos actores, quienes, logran estos efectos desde su corporalidad, los matices y los resonadores usados en su voz, además de la destreza musical. Es inevitable la risa, incluso, para esta pareja que actúa y vive la comicidad del otro, en las tablas.

El diseño de luces y la escenografía, algo minimalista, genera intimidad y encierro. Potencia, además, los juegos escénicos empleados, desde una manta que será transformada en fantasma, hasta un oso gigante lleno de un amor violento. La música, muy acorde al momento que se desarrolla, es precisa, empieza cuando debe empezar y se termina cuando se debe terminar para generar diversos gags.

¿Qué más puedo decir? El dolor de cabeza no se fue y la garganta no me dejó de arder, es verdad. Todavía tengo la risa estridente del hombre que estaba a mi lado, pero bueno, si yo hubiese tenido voz, también me hubiera reído así. ¿Qué más da? Entre desgracia y desgracia… por lo menos la pared de mi apartamento aún no se ha desplomado. Eso espero.

Inestable se presenta en el Teatro El Picadero los sábados 27 de abril y 4 de mayo a las 18hs.

M. Andrea Soto

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