Crítica: ICAN

Esta divertida obra teatral «iCAN» nos cuenta la historia de Lucas, un joven que acaba de separarse de su novia y que se muda a un departamento. Lo que podría sonar como  una premisa simple, se convierte en una historia llena de risas, giros argumentales, crítica social y excelentes actuaciones. 

Escrita por Guillermo Ipiña y dirigida por Lucas Santa Ana (director de Yo adolescente, 2020, El puto inolvidable, 2017 y Como una novia sin sexo, 2016), iCan nos presenta a Pablo E. Silva como Lucas; María Lía como Delfina, la ex novia; Majo Chicar, como Camila, la terapeuta y Fran Andrade como Facundo, el amigo incondicional de Lucas. Estos actores harán una delicia de esta obra al mostrarnos como Lucas intenta superar  el que su novia lo haya dejado en plena Navidad mientras se muda a un nuevo departamento. Allí conocerá a Camila, una paseadora de perros y supuesta terapeuta quién intentará ayudarlo a superar a su ex y a redescubrirse. Mientras Camila y Lucas comienzan este proceso de sanación, Facundo intentará reconciliar a su amigo con Delfina, pero las cosas no resultarán como él lo espera y se verá envuelto en nuevos problemas.

Si bien todos los actores sobresalen por su talento, es Majo Chicar quién  destaca al  mostrar sus habilidades tanto para la comedia como para el drama. Sus compañeros tampoco se quedan muy detrás: Fran Andrade imita unas voces muy cómicas, María Lía causa gracia con sus gesticulaciones y caras y Pablo.E Silva logra mostrarnos las distintas facetas por las que pasa nuestro protagonista sin importar que sienta enojo, tristeza o amor. 

Los demás elementos de la obra están perfectamente alineados para crear el ambiente de la historia. El vestuario de Ramiro Sorrequieta logra que todos los actores combinen entre sí los mismos colores. Sus ropas muestran la personalidad, pero también el estado de ánimo de los personajes. Incluso el maquillaje de Florencia Brid combina con el vestuario y representa la psicología de cada uno  presentando unos labios rojos para la sensual Delfina y unos ojos brillosos para la joven y alegre Camila. La decoración es simple constando del mobiliario necesario para ambientarnos en los distintos escenarios en los que ocurrirá la trama. La historia logra desarrollarse  con un sillón cama, un árbol de navidad, una heladera, un vaso y dos mesitas. La iluminación de Gustavo Lista también se adapta al día y la noche de la presentación sin que nos perdamos de nada. La música de Mariano A. Fernández para marcar el cambio de una escena a otra nos hace sentir que estamos viendo una sitcom estadounidense. 

Recomiendo esta obra a todo aquel que desee reírse, disfrutar de una historia original y pasar un buen rato. Una historia perfectamente contada que merece ser vista.

Belén Cantorna

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